lunes, 22 de agosto de 2011

LECTURA No.4 SEGUNDO AÑO

LEE ESTAS HOJAS, REALIZA UN MAPA CONCEPTUAL
PREPÁRATE PARA EXPONERLO EN CLASE.
(SI, TU... AJA.. TU!!!)
La sociedad Azteca.

A pesar de ser una tribu chichimeca venida de Aztlán, y de llegar tardíamente al valle, el mayor logro de los aztecas fue haber creado una organización social capaz de darle cabida a la diversidad lingüística, política y cultural de las distintas etnias que poblaron Mesoamérica. Se valieron, para ello, de las redes y los mecanismos de intercambio, de la conversión del náhuatl en lengua dominante, de su capacidad de incorporar a su propia cultura las tradiciones y logros de los pueblos más adelantados con quienes convivían y rivalizaban, y se apoyaron también en sus mitos legitimadores que forjaron la idea de que ellos eran un pueblo predestinado a imperar sobre los demás. Así, en 1431, los Aztecas lograron establecer una alianza con otros señoríos –Acolhuacan y Tlacopan -, formaron un imperio que dominó la región central de Mesoamérica -desde las costas del Golfo hasta el Pacífico y algunas regiones de Guatemala- antes de la llegada de los españoles.

Fichas sobre aspectos de la sociedad mexica o azteca
Ficha general: ¿Quiénes fueron los mexicas o aztecas?


Cuando los Aztecas llegaron al valle de México en el siglo XII d. c. eran portadores de conocimiento que durante muchos siglos habían acumulado los distintos pueblos mesoamericanos, especialmente los del altiplano central de México. Los Aztecas no eran un pueblo bárbaro, por las razones siguientes: poseían el calendario que es común a los pueblos cultivadores avanzados; conocían el trabajo agrícola  intensivo (las chinampas); practicaban diversos sistemas de control de aguas que les serían indispensables para su asentamiento en medio del lago de Texcoco, y conocían las técnicas de construcción arquitectónica, la elaboración de la alfarería, y el trabajo en piedras duras. A ello se une todo el complejo mundo mítico y la organización social característica de los pueblos que la habían antecedido al azteca.

El pueblo azteca  fue tributario y cuando se logra liberar  del yugo de los tepanecas de Azcapotzalco, alcanza una rápida expansión en todos los ordenes que lo lleva a controlar una buena parte de mesoamérica. Ese pueblo incorpora a su propia cultura elementos de civilizaciones anteriores, principalmente de los toltecas y trata  de legitimar su ascendencia, justificando su procedencia y posición política, para lo cual acude a todo lo posible: hace suyos  los mitos toltecas y les imita esculturas y aspectos arquitectónicos  que están presentes en el Templo Mayor de Tenochtitlan  De Teotihuacan va a tomar el trazo urbano  para edificar Tenochtitlan : divide en cuatro cuadrantes : barrios a su  ciudad, tal como lo ven en la ciudad creada por los dioses. Se reproducen esculturas como el dios viejo , Huehueteotl .
El interés de un pueblo por su pasado, como es el de los aztecas y a los que no fueron ajenos otros grupos mesoamericanos, tiene un contenido que es esencial para la legitimación de varios aspectos, lo que le permite presentarse como pueblos elegidos por los dioses, de carácter divino o de descendencia de grandes pueblos y héroes para justificar de esa manera, ante sí mismo y ante los demás, un destino que conlleva el ser centro del universo y el control que de esto deriva.

b. Estratificación social entre los Mexicas10

Cuando los Mexicas se liberaron de los Tepanecas de Azcapotzalco en 1428, se dio inicio a su etapa dominadora. Y en menos de un siglo , extendieron sus dominios desde las costas del golfo hasta el pacífico, llegando al sur hasta Guatemala. La ciudad de Tenochtitlan , vino a ser la ciudad más poderosa , sus templos sus palacios habrían de dejar estupefactos a los conquistadores españoles.



La estratificación social

El primer Tlatoani fue un noble culhuacano de origen tolteca llamado Acamapichtli. Habiendo procreado éste numerosos hijos con varias mujeres Mexicas, sus descendientes vinieron a construir el número de la clase social de  los nobles o Pipiltin  obteniendo  un status social propio: los Pipiltin , que recibían una educación más esmerada, eran poseedores de tierras adjudicas en forma individual; eran ellos los que ejercían los más altos cargos en el gobierno y únicamente de ellos se podía elegir el Tlatoani.
De entre los Pipiltin se escogían a quienes desempeñarían cargos como la de sumos Sacerdotes, jueces, comandantes de los ejércitos, etc.
Los pipiltin ocuparon los principales puestos de la organización  social ya sea en la administración  civil, en el ejercito o en el sacerdocio y podían disfrutar de la propiedad privada de la tierra y de los artículos suntuarios especiales; no solo estaban exentos del pago de tributos y del trabajo y del trabajo agrícola, sino que podían  llegar a ser tributados y disfrutar del servicio de otra gente.
                Desde el punto de vista social y económico, todos los que no son pipiltin son macehualtín. Un macehuallin, aunque podía ascender en la escala social, no conseguir nunca alterar la posición derivada de su casta. Sus ocupaciones se enmarcaban en la producción directa del sustento y de la riqueza social en diferentes servicios de tipo civil, militar y religioso.
Los Macehualtin , o gente del pueblo que formaban clanes geográficos, o sea linaje de gente emparentada entre sí, con una determinada ubicación  y una dotación de tierras  poseída en forma comunal. Se ocupaban de la agricultura, formaban los ejércitos; los grupos de comerciantes y artesanos.
Los Mayeques  trabajaban la tierra en beneficio de otros.
Los esclavos  que eran bajo tiempos limitados y las causas eran : por robo, deudas, homicidio, juego y como escarmiento dado por su propia familia, su riesgo era que podía ser sacrificado en su estancia de esclavo. La mayoría  de las víctimas rituales eran los cautivos de guerra.
Los mayeques y los esclavos realmente no formaban clases sociales claramente definidas de los Macehualtin.
El significado primordial de la guerra para los Aztecas confiere un papel importante a los soldados, integrados de acuerdo con sus hazañas y su valor en grupos u órdenes: guerrerosAguila y guerrerosTigre, para miembros de los sectores sociales dominantes, Cuachic y Café.
La institución social más importante, en cuyo seno se estructuraban los grupos mencionados, era el Calpulli, que era un clan en el que imperaban  linajes o grupos de familias, por lo que los lazos de parentesco aparecen como esenciales para la cohesión  del calpulli. Es también una unidad agraria al margen de las comunales; una unidad social, con su propia organización , ceremonias, fiestas, ;una entidad administrativa, política y militar que disponía de funcionarios, representantes del poder central y unidades militares propias. La denominación del calpulli se refiere igualmente a los barrios o zonas de localización de estas comunidades.  

c. Arte Mexica11
Como en otros campos de la cultura, también en el de la creación artística destacaron los  Mexicas ; por una parte como herederos de los pueblos que los habían precedido, y, por otra, enriqueciendo el antiguo legado con formas y estilos, fruto de su propia inspiración.
                Si bien los Mexicas destacaron en realizaciones urbanísticas, arquitectónicas, pintura mural, orfebrería arte plumario, y cerámica, fue la escultura en piedra tanto en bulto redondo  como en relieve- el campo en que alcanzaron más renombre entre todos los pueblos de Mesoamérica.
Era en los recintos sagrados donde se podía apreciar lo mejor de la arquitectura - pirámides, santuarios, altares, escuelas, juegos de pelota y otras edificaciones. La pintura mural y la escultura tenían un papel de suma importancia. Se sabe que las pirámides  y templos estaban muchas veces recubiertas con pinturas y símbolos estrechamente relacionados con los dioses que alli se veneraban. Por lo que toca a la escultura, en el recinto del templo mayor había efigies taladas en piedra, i en bajo relieve allí estuvieron , la colosal escultura de la diosa Coatlicue, la Coyolxauhqui, la piedra de tízoc, el calendario azteca, o piedra del sol.
                La presencia de monumentos y esculturas en el templo mayor y en otros muchos santuarios que había en Tenochtitlan  y en distintas poblaciones  fuera de ellas, era completamente esencial en la concepción   del espacio sagrado , en cuanto objetos de culto y a la vez representación plástica del mensaje religioso  que se trasmitía a la comunidad entera.
Se ha destacado, como rasgo sobresaliente en la escultura de procedencia Mexica, la frecuente presencia de formas geométricas , el empleo de elementos en apariencia naturalista, la tensión de contrarios. Todo ello integrado en imágenes que connotan el misterio.

d. Economía agraria y mercantil12
La estructura económica Azteca  responde a la de una sociedad preindustrial básicamente agrícola donde es clave la posesión de la tierra . En este sentido se puede hablar de tierras de propiedad comunal pertenecientes a cada
calpulli, de ellas una parte se explotaban comercialmente  para el pago de tributos, y el resto era entregada en usufructo a los miembros del grupo.
Las tierras administradas por el estado eran las de los templos, las del señorío que eran arrendadas  para sufragar los gastos del palacio, las tierras para sostener a los servidores  de palacio, las pertenecientes  a los jueces, las destinadas avituallamiento  durante las guerras. Las tierras de propiedad privada pertenecían a los Pipiltin  y algunos guerreros.
El segundo pilar de la economía era el Comercio, para el pueblo se hacia por medio del trueque de artículos de primera necesidad. Para los grupos dirigentes que habían recibido artículos en calidad de tributos ya por los pueblos sometidos o por los macehultín , se obtenían cereales, ,para el sostenimiento del ejercito, de las fiestas, de los convites y del pueblo   en épocas de sequía  y objetos suntuarios , para atesorar u obsequiar. Las exigencias por las cosas suntuarias  de parte de esta minoría encumbrada de la sociedad y el impulso dado ulteriormente a la expansión militarista, provocaron  tanto el origen  como la consolidación  de la institución del comercio. La pochtecáyotl que cubría rutas que iban desde las costas del pacifico, a las del Golfo de México.
Los comerciantes o pochtecas tenían ritos y ceremonias exclusivas de ellos, poseían sus propios tribunales, organizaban los diversos sistemas de intercambio comercial y desempeñaban con frecuencia las funciones de embajadores, emisarios y espías. Los pochtecas entre otras cosas, habían obtenido la exención de tributos personales, así como la posesión de tierras  en forma individual, cosa que los colocaba a la par con los Pipiltin
La actividad de los pochtecas estaba estrechamente ligada a la de los artesanos. Convivían con los artesanos de pluma , Amantecas.
El lugar de intercambio a nivel local eran las plazas entre las que sobresalía la de México - Tlaltelolco. Aquí se vendían y se adquirían  los más variados productos.
Las dos áreas de máxima actividad comercial fueron Xicalanco, en el Golfo de México, en donde se adquirían productos provenientes  de Yucatán , Honduras, y las Islas del Caribe y las costas del Pacífico donde se extraía el cacao, las plumas de quetzal, el jade y los metales preciosos.

e..Religión13
Para los Mexicas  al igual que los demás pueblos Mesoaméricanos  cuanto existía se hallaba integrado  esencialmente en el universo sagrado, de ahí la importancia de la religión. está lejos de ser una Institución aislada , era el sustrato donde todo tenía fundamento  y explicación. . Los cálculos del tiempo, las edades cósmicas, y cada una de las fechas  eran portadoras de símbolos  y realidades divinas . A través de los ciclos  de fiestas se vivía de nuevo el misterio de los orígenes y de la actuación de los dioses. Los edificios sagrados evocaban, por sí solos la antigua concepción religiosa del Universo.
Desde la infancia  el hombre indígena quedaba de múltiples modos inserto en ese mundo de símbolos. La educación en el hogar y en las escuelas, el trabajo, el juego, la guerra, el acontecer entero, desde el nacimiento a la muerte, encontraban en lo religioso un sentido unitario.
Dentro de sus deidades nos encontramos. Ometecuhtli - el señor, Omecihuatl - la señora, Xipe -  el rojo ( es este ),  Tezcatlipoca  - el negro (el norte )  Huitzilopchtli  - el azul. ( el sur) Quetzalcóatl  el blanco ( el oeste )   el blanco ( el oeste ) Y las deidades cumplían un papel protector frente a las fuerzas naturales o la actividad agrícola: Huehueteotl - señor del año y de las estaciones; Xipe Tótec - el señor de la primavera y de los cultivos; Chalchiutlicue- diosa del agua; Tláloc dios de la lluvia; Xochipolli - dios de las flores, la danza y el amor; Mictlantecutli, señor de los infiernos.
Los significados religiosos revistieron un carácter distinto para los círculos sacerdotales o para la gente común . Por ello en el mundo mexica coexistieron , influyéndose mutuamente en ocasiones, diversas creencias populares y verdaderos sistemas de pensamiento religiosos debidos a los sacerdotes y los sabios, que reelaboraron conceptualmente los antiguos mitos y doctrinas.
La integridad de un pensamiento religiosos sistematizado se mantenía en gran parte gracias a un complejo y jerarquizado sistema sacerdotal a cuyo frente había dos supremos sacerdotes  que llevaban el nombre de Quetzalcóatl y se dedicaban al culto especial de Huitzilopochtli, el Sol, y Tláloc, el dios de la lluvia. Por debajo, toda una serie de rangos con el Mexicatl teohuatzin, que regía el Calmécac o centro de enseñanza superior, los “guardianes del dios” o los “oferentes del fuego” y las mujeres consagradas al culto de la diosa Toci.
En torno a la profundización del pensamiento religioso o la exaltación de una religiosidad belicosa y de los sacrificios surgieron obras de creación literaria de calidad. Así ,los cantos que incitaban a emprender “guerras floridas” para la captura de prisioneros  destinados al sacrificio
La religiosidad de los Mexicas se traslucía no sólo en sus ceremonias de culto, sino también en cada momento de la existencia, en su reconocimiento y su actitud se hacia presente ante un Universo esencialmente sagrado.
Sacrificios humanos entre los Aztecas.
En esta piedra tendían a los desventurados de espaldas para sacrificar, y el pecho muy tenso, porque los tenían atados  de los pies y las manos, y el principal sacerdote de los ídolos o su lugarteniente, que eran los que más ordinariamente sacrificaban, de presto con una piedra de pedernal  con que sacan lumbre, de esta  hecho un navajón como hierro de lanza, no mucho agudo, porque como es piedra muy recia y salta, no se puede hacer muy aguda; esto digo porque muchos piensan que eran de aquellas navajas  de piedra negra, que en estas tierras las hay, y sácanlas con el filo tan delgado como de una navaja, y tan dulcemente  corta como navaja, sino que luego saltan 
mellas; con aquel cruel navajón, como el pecho estaba tan tenso, con muchas fuerzas abrían al desventurado y de presto sacábanle el corazón.
En esta fiesta sacrificaban de los tomados en guerra o esclavos, porque casi siempre eran éstos los que sacrificaban, según el pueblo, en unos veinte, en otros , en otros cuarenta y sesenta; en México sacrificaban ciento,y de ahí arriba (Fray Toribio de Benavente: Historia de los indios de Nueva España.)
Lo indio en las ciudades 15

En las ciudades estaba presente el indio. La ciudad de México contaba con barrios y parcialidades habitados exclusivamente por población india. Había una segregación espacial que expresaba la naturaleza del orden colonial: el centro lo ocupaba la ciudad propiamente dicha, esto es, la ciudad española.
De aquella separación quedan vestigios materia­les en México y en otras ciudades; la traza reticular de la ciudad española, los nombres de los barrios y de los antiguos pueblos indios vecinos, absorbidos hoy por la expansión de la mancha urbana, las dife­rencias de arquitectura, la nomenclatura de muchas calles alguna garita
que recuerda los límites de la ciudad original. Durante siglos, el indio urbanizado vivió en la ciudad, pero en una condición diferente a la del colonizador de origen europeo: vivió segregado, al margen de muchos aspectos de la vida citadina, porque la verdadera ciudad era el espacio del poder colonial prohibido al indio, al colonizado.
Los viejos barrios indios se convirtieron en espa­cios codiciados cuando dejaron de ser la periferia y se incorporaron al centro de la Ciudad. Los pueblos aledaños, a su vez, fueron y siguen siendo engullidos por la voracidad sin control del crecimiento urbano.
Pese a lo anterior, algunas comunidades resisten y otras se forman de nueva cuenta. No son barrios indios, en el sentido estricto del término, aunque históricamente provengan de antiguas comunida­des indias. En muchos casos mantienen rasgos que prueban aquel origen. En algunas zonas urbanas se hablan las lenguas indígenas originales, tanto en las relaciones familiares como en ciertos espacios de la vida comunal. Por varios rumbos de la ciudad, y no sólo en la periferia más rural que urbana, subsisten las mayordomías para organizar las fiestas del santo local. La familia extensa cumple un papel todavía importante como forma de organizar la cooperación del grupo doméstico. Perduran ritos y celebraciones de estirpe india en el corazón mismo de las ciuda­des, como las ceremonias del día de muertos y las peregrinaciones a los grandes santuarios. Hay congregaciones que exaltan una identidad india gené­rica, no referida a ningún grupo en particular ni vin­culada con alguna comunidad o región específica, a través de danzas y ritos de origen viejo, como los llamados "concheros" que reclutan buena parte de su membresía entre habitantes de las ciudades. Los mercados urbanos, al menos en el centro y sur del país, ofrecen siempre una gran diversidad de pro­ductos originados en la civilización mesoamericana. Ahí está la rica gama de alimentos que siguen sien­do de consumo popular aunque menospreciados por otros sectores urbanos: los acociles y los nopales, el pulque y los tlacoyos, los huazontles y los capulines, las. tunas y las pencas de mezcal. Cuando se tiene la posibilidad de visitar mercados de otras latitudes se repara con asombro en el carác­ter profundamente indio del placerío urbano de México. Y todos estos rasgos son apenas una mues­tra pequeña del trasfondo que subyace en las ciu­dades como herencia y vivencia de una antigua población india, hoy desindianizada.
Una aproximación a los barrios viejos de la ciu­dad nos permite entrever una forma de vida que es resultado de la adaptación de muchas formas cultu­rales mesoamericanas al contexto urbano, durante largo tiempo y en condiciones de subordinación frente a la cultura dominante. En la vecindad, las habitaciones privadas se alinean alrededor de un patio común en el que se ubican servicios también comunes: baños, tomas de agua, lavaderos, espacios para jugar o trabajar. Todo ello tiende a reforzar las relaciones entre los habitantes de la vecindad y ge­nera un espíritu de cuerpo que se debilita en los multifamiliares, donde se pretende que cada depar­tamento cuente con todos los servicios indispensa­bles para la vida cotidiana y que las áreas comunes sean sólo estacionamientos para automóviles, vías peatonales, zonas de comercio y, si acaso, áreas de­portivas. Sólo los muy jóvenes, en los multifamilia­res, llegan a desarrollar una cierta conciencia de grupo referida al sitio en que viven, por su necesi­dad de actividades gregarias y por el fácil contraste competitivo con grupos de jóvenes de otros edifi­cios, otras unidades y otros barrios.
Aquí están frente a frente dos maneras de en­tender y experimentar la vida vecinal: en un caso, el de los multifamiliares, el ámbito privilegiado es el departamento, espacio exclusivo de la familia nuclear; en el otro, en la vecindad, es el patio común, eje de una vida cotidiana que abarca a un conjunto de familias, muchas de las cuales son familias extensas. Detrás de esto hay orientaciones culturales diferentes: una corresponde al individualismo preponderante en la civilización temporánea, y la otra apunta hacia una sociedad local en la que los lazos por vecindad desempeñan un papel de la mayor importancia como en la civilización mesoamericana, y permiten la gestación de formas culturales propias en un ámbito más amplio que el que ofrece la familia nuclear.
En estas ciudades, la presencia de lo indio marca la vida entera. Son indios la mayoría de los que transitan por las calles, los que acuden al mercado para vender y a las tiendas para comprar, los que se emplean en los oficios peor pagados, los que pueblan las cárceles y los que al caer la noche regresan dando traspiés, alcoholizados, a sus parajes. Pero también está presente lo indio en la conducta y el pensamiento del ladino urbano. En parte porque éste ha adoptado algunos rasgos de la cultura india regional, en la comida, en el lenguaje, en algunas creencias y prácticas simbólicas. Ser ladino no es ser algo específico, propio, sino únicamente no ser indio. Sin la presencia del indio, el ladino deja de ser, porque sólo existe en virtud de la dominación colonial que ejerce sobre el indio.
El crecimiento acelerado de las grandes ciudades mexicanas en los últimos 50 años se debe ante todo, al arribo de emigrantes que proceden de zonas rurales, indias o mestizas. La dinámica de proceso migratorio obedece al empobrecimiento del campo y a la concentración en las urbes de actividades económicas y las oportunidades de verso tipo. Esta migración indianiza a la ciudad. En general, el recién llegado cuenta con familiares o amigos del mismo pueblo que llegaron antes: ellos le facilitan el primer contacto con la ciudad, la ambientación mínima, la búsqueda de trabajo, jun­tos forman un núcleo de gente identificada por la cultura local de origen. En este pequeño ámbito transterrado se puede hablar la lengua propia y se recrean, hasta donde el nuevo medio lo permite, usos y costumbres. En otro nivel, son muchas las organizaciones de "paisanos" emigrados a la ciudad que procuran hacer algo por el terruño: juntan di­nero para cooperar en alguna obra pública, envían libros para crear la biblioteca, hacen gestiones ante las autoridades centrales, reciben y orientan a los recién llegados. Y el contacto, la relación cercana con la comunidad, no se pierde. Por el contrario, se renueva cada vez que es posible, porque el ir y venir ­de la gente permite mantenerse al día de las últimas noticias, de quién murió, se casó o se fugó, de que ha pasado con las tierras comunales invadidas por los ganaderos, o con el pleito por linderos con el pueblo vecino. Pero esa identidad subsiste, enmascarada, clandestina, y en virtud de ella se man­tiene la pertenencia al grupo original, con todo lo significan las lealtades y reciprocidades, dere­chos y obligaciones, vinculación y práctica de una cultura común y exclusiva. Sin ese universo de re­laciones vigentes, fincadas en la existencia de los pueblos indios, sería imposible la sobrevivencia de cientos de miles de habitantes indios en las ciudades ­mexicanas. Basta reparar en un dato revelador: la ciudad de México es la localidad con mayor número hablantes de lenguas aborígenes en todo el hemisferio.
En una condición diferente están los estudiantes, indígenas, pocos en proporción, pero cuyo número crece constantemente, que de manera obliga­da llegan a la ciudad cuando logran continuar la en­señanza media y superior. Este grupo, agrandado con algunos profesionales y empleados de origen indio, ha sido el ámbito social del que han surgido recientemente nuevas formas de organización polí­tica basadas en la identidad étnica india.
La presencia del indio en las ciudades no ha pa­sado desapercibida para las élites dominantes y pri­vilegiadas. Si antes se le llamó "la plebe", hoy se emplea otro término que ya alcanzó arraigo: son "los nacos". La palabra, de innegable contenido peyorativo, discriminador y racista, se aplica prefe­rentemente al habitante urbano desindianizado, al que se atribuyen gustos y actitudes que serían una grotesca imitación del comportamiento cosmopoli­ta al que aspiran las élites. Lo naco, sin embargo, designa también a todo lo indio: cualquier rasgo que recuerde la estirpe original de la sociedad y la cultura mexicana, cualquier dato que ponga en evi­dencia el mundo indio presente en las ciudades, que­da conjuntado con el simple calificativo de naco.
a)    La formación ético-moral en la sociedad azteca.
LECTURA 9. De una madre azteca a su hija16
Hija mía, nacida de mi sustancia, alimentada con mi leche, he procurado criarte con el mayor esmero. Y tu padre te ha elaborado y pulido a guisa de esmeralda para que te presentes a los ojos de los hombres como una joya de virtud. Esfuérzate en ser siempre buena; por que si no lo eres ¿quién te querrá por mujer?. Todos te despreciarán. La vida es trabajosa y es necesario echar mano de todas nuestras fuerzas para obtener los bienes que los dioses nos quieren enviar; pero conviene no ser perezosa ni descuidada, sino diligente en todo. Se aseada y ten tu casa en buen orden. Da agua a tu marido para que se lave las manos y haz comida para tu famita. Donde quiera que vayas preséntate con modestia y compostura, sin apresurar el paso, sin reírte de las personas que encuentres, sin fijar las miradas en ellas. Responde cortésmente  a quien te salude o pregunte algo. Empléate diligentemente a hilar, en tejer, en coser y en bordar; por que así serás estimada y tendrás lo necesario para comer y vestirte. No te des al sueño, ni te abandones al reposo, pues la inacción trae consigo la pereza y otros vicios.
Cuando trabajes no piense más que en el servicio de los dioses y en el alivio de tus padres. Si te llaman ellos, no guardes a la segunda vez, sino acude pronto para saber  lo que quieren y a fin de que tu tardanza no les cause disgusto.. no respondas con arrogancia , ni muestres repugnancia a lo que te ordenan: si no puedes hacerlo, excúsate con humildad. Si llaman a otra y no acude, responde tu: oye lo que mandan y hazlo bien. No reofrezcas nunca a lo que no puedes hacer. Vive en paz con todos: ama a tus semejantes honesta y discretamente, a fin de todos te amen.
No seas avara  de los bienes que los dioses te han concedido. Si ves que otras les dan, no sospeches mal de ello, por que los dioses, de quienes son todos los bienes, lo dan como y a quien les agrada. si quieres que los otros no te disgusten, no los disgustes tu a ellos.
Evita la familiaridad indecente con los hombres, y no te abandones a los perversos apetitos de tu corazón, por que serás oprobio de tus padres y ensuciaras tu alma. No te acompañes con mujeres disolutas, ni con  las embusteras, ni con las perezosas, por que infaliblemente infectaran tu corazón con su ejemplo.
Cuida a tu familia y no salgas a vagas por a las calles y plazas del mercado, pues encontraras tu ruina.
Considera que el vicio, como hierba venenosa, da muerte al que lo adquiere, y, una vez que se introduce en el alma, es difícil arrogarlo de ella. Si  encuentras en la calle algún joven atrevido que y te  insulta, no respondas y sigue adelante. No hagas caso de lo que te diga, si te sigue, no vuelvas el rostro a mirarlo, para que no se inflamen mas sus pasiones; así se detendrá y te dejara en paz.
No entres en casa ajena sin urgente motivo por que no se diga o se piense algo contra tu honor: pero si entras en casa de tus parientes, salúdalos con respeto y no estés ociosa, y ayuda en lo que sea necesario.
Cuando te cases respeta a tu marido, no le ocasiones disgustos ni te muestres desdeñosa y airada. Recíbelo amorosamente auque sea pobre y viva a tus expensas. Si en algo te apesadumbra, no le des a conocer tu desazón  cuando te mande algo en presencia de otro; disimula por entonces y después le expondrás lo que sientes, a fin de que con tu suavidad se tranquilice y no te aflija más. Si alguna visita entra a tu casa muestra agradecida y obséquialo como puedas. Si tu marido es desacordado, se tu discreta. Si no maneja bien tus bienes, dale buenos consejos, pero es absolutamente para aquel encargo, tómalo por tu cuenta cuidando esmeradamente de tus posesiones, pagando exactamente tus cuentas. Guárdate de perder algo por tu descuido.
Sigue, hija mía,  los consejos que te doy. Tengo muchos años y bastante práctica del mundo. Soy tu madre y quiero que vivas bien. Fija estos avisos en tu corazón pues así vivirás alegre. Si por no querer escucharme o por descuidar mis instrucciones te sobrevienen desgracias, culpa tuya será y tú serás quien lo sufra. Hija mía, que los dioses te amparen.

Exhortaciones que los padres aztecas prodigaban a sus hijos.17

Hijo mío, has salido de tu madre como el pollo del huevo, creciendo como él,  te preparadas a volar por el mundo, sin que nos sea dado a conocer por cuánto tiempo nos concederá el cielo el goce de la piedra  preciosa que en ti poseemos; pero sea lo que fuere, procura tú  vivir rectamente. Reverencia y saluda a tus mayores y nunca les des señales de desprecio. No estés mudo para con los pobres y atribulados, antes bien date prisa a consolarlos, con buenas palabras. Honra a todos, especialmente a tus padres, a quienes debes obediencia, temor  y servicio. Guárdate de imitar el ejemplo de aquellos malos hijos, que  a guisa de brutos, privados de razón, no reverencian a los que les han dado el ser, ni quieren someterse a sus correcciones: por que quien sigue sus huellas tendrá fin desgraciado y morirá lleno de despecho, o lanzado en un precipicio, o entre las garras de las fieras.
No te burles, hijo mío, de los ancianos o de los que tienen una imperfección en su cuerpo. No te mofes del que veas cometer alguna culpa o flaqueza, ni se la eches en cara; confúndete, al contrario, y teme que te suceda lo mismo que te ofende en los otros. No vayas adonde no te llaman, ni en donde no te importa. En todas tus palabras y acciones procura demostrar tu buena crianza. Cuando converses con alguno, no lo molestes con tus manos, ni hables demasiado, ni interrumpas o perturbes a los otros con tus discursos: si oyes hablar desacertadamente, y no te toca corregirlo, calla: si te toca hablarle, considera antes lo que vayas a decir, y no hables con arrogancia, a fin de que sea más agradecida tu corrección.
Cuando alguno hable contigo, óyelo atentamente y en actitud comedida, no jugando con los pies, ni moviéndola capa, ni escupiendo, ni al alzándote a cada instante  si estas sentado; pues estas acciones son  indicios de ligereza y mala crianza. Cuando te pongas a la mesa, no comas aprisa, ni des señales de disgusto si algo no te agrada. Si a la hora de comer viene alguno, comparte con él lo que tienes, y cuando alguno coma contigo no fijes en él tus miradas. Cuando camines, mira por donde vas para que no tropieces con los que pasa. Si ves venir alguno por el mismo camino, desvíate un poco para hacerle lugar. No pases nunca por delante de tus mayores, sino cuando sea absolutamente necesario, o cuando ellos te lo ordenen. Cuando comas en su compañía, no bebas antes que ellos y sírveles lo que necesiten.
Cuando te den alguna cosa, acéptala con demostraciones de gratitud. Si es grande, no te envanezcas; si es pequeña, no  la desprecies, no te indignes, ni ocasiones disgusto quien te favorece. Si te enriqueces no te insolentes con los pobres ni con los humildes, pues los dioses que negaron a otro las riquezas para dártelas a ti, disgustados de tu orgullo, pueden quitártelas para darlas a otros. Vive del fruto de tu trabajo, por que así te será más agradable el sustento. Yo, hijo mío, te he sustentado has ahora con mis sudores y en  nada he faltado contigo a las obligaciones de padre, te he dado lo necesario sin quitárselos a otros: haz tú lo mismo.
No mientas jamás. Cuando refieras a alguno lo que otro te ha comentado, di la verdad, pura sin añadir nada. No hables mal de nadie. Calla lo malo que observes en otro si no te toca corregirlo. No seas noticiero, ni amigo de sembrar discordias. Cuando lleves algún recado, si él sujeto  a quien lo llevas se enfada y habla mal de quien lo
envía no vuelvas a el con esta respuesta, sino procura suavizarla a fin de que no se susciten disgustos y escándalos de que tengas que arrepentirte. No te entretengas en el mercado más tiempo del necesario, pues  en esos sitios abundan las ocasiones de cometer excesos. No seas disoluto por que se indignaran contra ti los dioses y te cubrirán de infamia. Reprime tus apetitos, hijo mío, pues aún eres joven y guarda a que llegue a edad oportuna la doncella que los dioses te han designado para mujer. Cuando llegue el tiempo de casarte no te atrevas a hacerlo sin el consentimiento  de tus padres, por que serás infeliz.
No hurtes, ni te des al robo, pues serás el oprobio  de tus padres, debiendo más bien servirles de honra de galardón de la educación que te han dado. Si  eres bueno, tu ejemplo confundirá a los  malos no más, hijo mío: esto basta para cumplir las obligaciones de hijo. Con estos consejos quiero fortificar tu corazón. No los desprecies ni olvides, pues ellos dependen tu vida y toda tu felicidad.


17 Extraídas de las siete pinturas de la colección de Moctezuma, citados por Francisco Javier Clavijero. Tomadas de Motolinia y Fray Bernardino de Sahagún
 

16 Extraídas de las 7 pinturas de la colección Montezuma, citadas por Francisco Javier clavijero. Tomadas de Motolinia y Fray Bernardino de Sahagún.


15  Guillermo Bonfil Batalla, México profundo, Grijalbo, México, 1990, pp. 82‑89.


13 Varios autores, Culturas Indígenas Americanas, España, Salvat, 1984. pp. 36-37.


11 Varios autores, Culturas Indígenas Americanas, España, Salvat, 1984. pp. 38 39.
12 Varios autores, Culturas Indígenas Americanas, España, Salvat, 1984. pp. 34-35.

10 Miguel León Portilla, “El periodo de Máximo florecimiento Mexica”, en Historia y culturas de México prehispánico. México, Secretaria de Relaciones Exteriores, 1992, 34-35.

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