lunes, 15 de agosto de 2011

LECTURA No. 1 SEGUNDO AÑO

UNIDAD I. La Sociedad Prehispánica  

Todo pueblo se pregunta por su pasado y busca sus orígenes. En las diferentes etapas que ha vivido nuestro país se han dado respuestas acerca de las raíces de México. En el caso de los colonizadores españoles quisieron borrar el pasado indígena; sin embargo, éste será recuperado por los criollos y sobre todo por la Revolución popular de Hidalgo y Morelos. En el siglo XIX los dos principales proyectos de país: el liberal y el conservador darán también su versión del pasado. Para los liberales la etapa colonial era la más negativa y había que sepultarla. Para los conservadores, en el período novohispano se encontraban nuestros orígenes y la etapa posterior a la Colonia se había convertido en una verdadera anarquía como consecuencia de las ideas liberales que habían conducido al caos. Ambos proyectos negaban el pasado indígena.

Pese a todo, el pasado indígena sigue estando presente en la sociedad actual, en nuestra vida diaria diversos aspectos culturales de la sociedad prehispánica siguen vigentes. Parte de nuestra dieta alimenticia tiene orígenes prehispánicos, al idioma español se han incorporado vocablos de origen indígena. Millones de indígenas forman parte de la población mexicana actual, con sus lenguas, vestimentas, tradiciones y costumbres que deben ser preservadas.

Desde las más altas esferas del poder se pretende actualmente borrar de los programas de la Historia Nacional el pasado de la sociedad prehispánica –que ya han empezado a ejecutar en el nivel de Secundaria-  que nos ha dado identidad como mexicanos y que ha hecho posible la existencia de una sociedad multiétnica y pluricultural.

Como Academia de Historia de México reivindicamos la etapa de la sociedad prehispánica como parte fundamental de nuestra Historia y de nuestros orígenes como mexicanos. De esta manera estamos convencidos que el estudio de la sociedad antigua de México debe mantenerse vigente en el programa actual de Historia de la Sociedad Mexicana, lo que contribuirá a entender mejor nuestro presente y a que los alumnos analicen, expliquen, interpreten y problematicen acerca del pasado precolombino y lo relacionen con la sociedad mexicana actual. 

A lo largo de la Primera Unidad se abordarán cuestiones tales como: el por qué es importante estudiar a los pueblos originarios y cómo se han ido construyendo las identidades en México; cómo se transitó de los orígenes del hombre americano a la formación de áreas culturales; qué papel desempeñó la revolución agrícola en la transición del nomadismo a la creación de sociedades sedentarias y el surgimiento de mitos unificadores; cuáles son las culturas más representativas de Mesoamérica, sus características,  rasgos comunes y sus diferencias. Se estudiará especialmente a la sociedad azteca por ser la última gran cultura mesoamericana y por qué en ella se sintetizan todas las aportaciones culturales de las sociedades que le precedieron, incluyendo la formación ético-moral. Por último debemos preguntarnos: ¿qué persiste en nuestros días de la riqueza cultural de las sociedades mesoamericanas?        



Contenido Temático

1. Los pueblos originarios o “indios”, o cómo se han ido construyendo las identidades en México.
2. De los orígenes del hombre americano a la formación de  áreas culturales
3. Del nomadismo a la revolución  agrícola y la creación de mitos unificadores
4. Principales  culturas de Mesoamérica
5. La sociedad azteca.
6. Sociedad, cultura y civilización: Persistencia de la riqueza cultural de las sociedades
Mesoamericanas.

    a) - La formación ético-moral en la sociedad azteca.



Objetivo general: Valorar las transformaciones que ha tenido la sociedad en su etapa de nómada a sedentaria.

Conceptos: Geografía, origen del hombre americano, Mesoamérica, nomadismo, sedentarismo, revolución agrícola, áreas culturales, mitos.

Habilidades: Identificará los elementos que propiciaron el tránsito de una sociedad nómada a una sociedad sedentaria; caracterizará los elementos comunes de los pueblos mesoamericanos y sus diferencias; establecerá los aspectos más importantes de la sociedad azteca.

Actitudes/valores: Valorar la permanencia de la herencia cultural prehispánica.   

  

TEMA 1. Los pueblos originarios o “indios”, o cómo se han ido construyendo las identidades en México.



La conquista y colonización  española cambiaron para siempre el destino de los pueblos indígenas al imponer sobre ellos una nueva estructura económica y social y una diferente representación del pasado.  Sin embargo esta nueva representación absorbió algunos de los  antiguos valores que dotaban a los pueblos indígenas de identidad, articulando así el pasado con el presente y construyendo así una identidad colectiva.  ¿Qué tanto sabes acerca de los valores y las identidades de los pueblos indígenas? ¿Dónde y cómo se vinculan estos valores e identidades con tu vida presente? ¿De qué manera estas representaciones del pasado pueden ayudarte a construir tu futuro?

Una de las primeras representaciones occidentales con las que nos encontramos es aquella del origen del hombre americano.  ¿Los pueblos indígenas son autóctonos de América?. Muchas ideas se han manejado al respecto y esgrimido varias teorías.  Lo que es visible es que a lo largo de milenios, esas poblaciones transitaron de la caza y la recolección al sedentarismo, se agruparon en comunidades y formaron superáreas bien diferenciadas (Oasisamérica, Aridoamérica, Mesoamérica, Andina, Caribe, etcétera).  ¿Cuáles son las características  de estas áreas? ¿Cómo se dio el proceso de diferenciación? ¿Qué papel jugó la revolución agrícola? ¿Se transformaron los inmigrantes  en autóctonos?

Objetivo: Explicar el surgimiento de la identidad mexicana a través de la problematización de los acontecimientos históricos.

Conceptos: identidad individual, identidad social- colectiva, medio geográfico, tránsito nomadismo – sedentarismo.

Habilidades: que aprendan a reflexionar sobre los distintos discursos historiográficos estableciendo semejanzas y diferencias entre los fenómenos sociohistóricos así como entre las  distintas teorías que los explican.

Actitudinales y valores: respeto a los orígenes de las comunidades indígenas



LECTURA 1. Persistencia y transformación de la identidad indígena 1


¿Cuáles fueron los mecanismos que permitieron a esos grupos sometidos a un poder extranjero conservar y recrear su propia identidad? Para responder esa pregunta es necesario volver al altépetl, la unidad territorial sobre la que se asentó la organización social y política de los grupos étnicos. Se distinguía por tres rasgos. En primer lugar, disponía de un territorio propio. En segundo, albergaba en él una o más etnias que compartían un pasado y tradiciones comunes. Y en tercero, estaba gobernado por un señor dinástico, el tlatoani
En el centro de cada altépetl se levantaba un templo, que era a la vez la residencia de su dios tutelar y el símbolo de la soberanía territorial del pueblo. En cada uno de los cuatro lados del altépeto se extendían los calpulli. Altépetl agregó otros, religiosos y simbólicos, que lo transformaron en un condensador de la identidad colectiva de sus pobladores.
 Altépetl montaña o cerro con agua. En las tradiciones nahua y mixteca este jeroglífico es topónimo que identifica a un reino o señorío. En la tradición totonaca, tepehua y otomí, la colina primordial es el lugar en cuyo interior reposaban los alimentos esenciales (el maíz) y las aguas germinales. Es un símbolo de la fertilidad. Según los mitos más antiguos, de su interior brotaron. Desde el origen de la civilización, la Primera Montaña Verdadera simboliza a la tierra fértil, y es por tanto el lugar privilegiado de la habitación humana y la matriz del reino.
El Templo Mayor es entonces el lugar sagrado donde se conservan los alimentos esenciales y el símbolo del poder mexica, 'Pero sobre todas las cosas, el Templo Mayor era la Primera Montaña Verdadera, la tierra misma, el gran monstruo del que emanaban todas las manifestaciones de la vida, y la hendidura por donde irremisiblemente desaparecían los seres humanos, las plantas y los astros".
En los pueblos de tradición agrícola, la creación de la aldea y el reino estaban indisolublemente ligados al origen de la agricultura. En esta tradición, el origen del maíz, la fundación de la aldea y el nacimiento del reino son una y la misma cosa.
Este símbolo de la identidad étnica mesoamericana fue también el polo articulador de la identidad indígena en los tres siglos del dominio español. Altépetl, la cédula sobre la cual se edificaron las instituciones que organizaron la vida de los pueblos indígenas en el virreinato: primero la encomienda, luego el distrito parroquial y más tarde el cabildo español.
En la época prehispánica, el tlatoani acumulaba en su persona el gobierno vitalicio del altépetl y a la vez tenía derecho al disfrute del servicio personal y los tributos de sus pobladores. Al instalarse el gobierno colonial, el tlatoani perdió progresivamente esos derechos, pero el altépetl, conservó su estructura territorial y social. Bajo los encomenderos españoles quedó una parte de los tributos y de la fuerza de trabajo de los miembros del altépetl, y la otra parte (más reducida) la continúa otorgando al cacique del pueblo, vocablo que sustituye al antiguo tlatoani. La Corona española retiene para sí el gobierno y la administración de la justicia, pues son sus funcionarios quienes conceden las encomiendas y nombran a los caciques o al "gobernador", que es también un oficial indígena designado por las autoridades españolas.
El cambio mayor adviene cuando en la estructura del altépetl se introducen las formas de gobierno del cabildo español.
El modelo español fue modificado por el juego y la presión de los intereses indígenas. En Nueva España el alcalde, la autoridad que impartía la justicia, tuvo un rango superior al de los regidores. En Nueva España los Oficiales de República representaban a grupos étnicos o de parentesco, pero sobre todo a unidades geográficas y políticas dotadas de cierta autonomía, a barrios y parcialidades que hacían valer sus derechos en el seno del altépetl. Esta tendencia a la microetnicidad, mantener una representación separada para cada unidad social, abrió el camino a una fragmentación progresiva del altépetl, un proceso que comenzó desde mediados del siglo XVI. Debido a esta característica, el número de alcaldes y regidores creció tantas veces como unidades autónomas había en el seno del altépetl. De este modo, una antigua cualidad del altépetl, la de estar constituido por unidades sociales (calpulli) imbuidas de un fuerte espíritu de autonomía, se reprodujo en el cabildo.
Así, al incorporarse en el altépetl indígena las funciones políticas del cabildo español, la República de Indios adquirió su personalidad política plena.
El espíritu corporativo era el rasgo más notable de estos pueblos y estaba presente en la mayoría de las actividades. Las tareas agrícolas absorbían el esfuerzo colectivo, y ocupaban a todos los miembros de la familia.
      La plaza y el templo eran el escenario donde anualmente tenía lugar la solemne ceremonia del cambio de autoridades del cabildo, el momento en cada uno de sus miembros, vestido con ropa de gala de tradición occidental (camisa, zaragüelles o calzones, jubones y sombrero), recibía la vara del mando y juraba honrar el cargo que se le otorgaba. La mayor responsabilidad de los miembros del cabi1do era entonces la conservación de esas tradiciones comunitarias: mantener el esplendor de las fiestas del santo patrono y del templo, realizar periódicamente el tianguis o mercado y, sobre todo, defender las tierras del pueblo.
La República de Indios es, pues, una síntesis del proceso de aculturación efectuado a lo largo del virreinato, una combinación de elementos prehispánicos y españoles. A su vez, ese proceso impulsó la aparición de una nueva identidad local. Los pueblos ordenaron su memoria histórica y consignaron los símbolos y sucesos que fortalecían la identidad pueblerina.
En primer lugar registran la fecha de la fundación del pueblo, que unos títulos remontan a tiem­pos prehispánicos y otros al siglo XVI, a la época de las congregaciones. En este gran esfuerzo de reconstrucción de su pasado, los pueblos indígenas integraron en los títulos primordiales la vieja memoria oral, las antiguas técnicas pictográficas de sus antepasados y los nuevos procedimientos legales españoles que legitimaban los derechos a tierra. El resultado fue la creación de una nueva memoria histórica, la historia del pueblo, centrada en sus derechos ancestrales a la tierra.


1 Enrique Florescano, Etnia, Estado y Nación, Aguilar, México, 1997, pp. 318‑329



TEMA 2. De los orígenes del hombre americano a la formación de  áreas culturales



Es común considerar a los indígenas como los pobladores originales de las tierras que hoy son México, contraponiéndolos a los conquistadores españoles o a los europeos en general. Esta suposición se basa en que nuestra mirada se posa sobre el periodo en que los pueblos indígenas encontraron a los europeos, pero se omite buscar el origen de esos pueblos. ¿Son en verdad autóctonos? Se han encontrado restos humanos que datan de más de 20 000 años, pero no se tiene certeza sobre su origen. Muchas ideas se han manejado al respecto y esgrimido varias teorías. Lo que es visible es que a lo largo de milenios, esas poblaciones transitaron de la caza y recolección al sedentarismo, se agruparon en comunidades y formaron superáreas culturales bien diferenciadas (Oasisamérica, Aridoamérica, Mesoamérica, Andina, Caribe). ¿Cuáles son las ca­racterísticas de esas áreas?, ¿cómo se dio el proceso de su diferenciación? ¿qué papel jugó la revolución agrícola?, ¿se transformaron los inmigrantes en autóctonos?

Objetivo: Comparar las diferentes teorías sobre el origen del hombre americano y su validez.

Conceptos: origen social, poblamiento, medio geográfico, sociedad, tránsito nomadismo-sedentarismo, áreas culturales.

Habilidades: reconocer la huella de los hombres en el espacio geográfico, desarrollo de un pensamiento inquisitivo acerca de las diferentes tesis o teorías que explican el doblamiento del actual continente americano y capacidad de plantear hipótesis o conjeturas fundamentadas respecto de dicho proceso.

Actitudinales y valores: respeto y valoración de la riqueza cultural que representan las diversas sociedades humanas asentadas en las llamadas áreas culturales del continente americano.

LECTURA 2: De las etapas del desarrollo cultural en el continente americano.2

Todas las poblaciones humanas se caracterizan por su historia biológica – cultural, relacionada con el medio ambiente natural.  En esta interacción existe una diferencia fundamental en cuanto al modo de  transmisión de una generación a otra tanto del patrimonio cultural como del biológico.  Este último, por ser relativamente fijo, pasa de padres a hijos por medio de la herencia codificada de los genes y, salvo algunas mutaciones, éstos se combinan como unidades relativamente estables. 

No ocurre lo mismo en la transmisión de los hábitos culturales.  Aunque  frecuentemente se  dice que la cultura se “hereda”: sin embargo no es así;  no existe en esta transmisión una predisposición como la biológica o genética. La cultura no se hereda, sino que se aprende, depende exclusivamente del medio ambiente social que rodea al individuo desde su nacimiento (Faulhaber: 1994).

Conviene tener claro estos hechos inherentes a la vida humana, antes de pretender conocer la biología o la cultura de poblaciones antiguas de las cuáles solo contamos con  restos materiales que han perdurado hasta nuestros días.

 Desde sus  orígenes más remotos hasta nuestros días y cualquiera que sea el medio en que se encuentre, el hombre, creador de cultura vive y controla un espacio y un tiempo específico, que adquiere un carácter de tiempo histórico por la acción del hombre, de la sociedad.

Esta  cuestión nos lleva a clarificar el problema del desarrollo cultural que se ha dado en el continente americano en el que podemos identificar tres etapas que se diferencian cualitativamente entre sí, en donde  el nombre asignado nos  está indicando, por una parte, la base fundamental de su economía, y por la otra, las relaciones existentes entre los miembros de esas sociedades. Estas son:

1.       Etapa de cazadores – recolectores

2.       Etapa de sociedades agrícolas igualitarias

3.       Sociedades agrícolas- militaristas estatales

                Cuando llegaron los españoles, portugueses e ingleses, el  continente americano estaba habitado por numerosos pueblos que se encontraban en alguna de las etapas arriba mencionadas.

Etapa de cazadores recolectoresigualitarios.  Grupos que dependen fundamentalmente de la caza y la recolección.  Esta etapa es común a todo el continente, si bien presenta variantes en cuanto a determinados tipos de instrumentos, materias primas, o tipo de fauna y flora según el área.

Semo (1981) nos ejemplifica  la riqueza de variantes que presenta esta etapa.  Así tenemos que,  el extremo norte del continente estaba habitado por los esquimales y aleutianos, pueblos dedicados principalmente a la caza de osos, focas, morsas, y otros animales de la zona. Como armas utilizaban arpones fabricados con los huesos de los mismos animales que cazaban, habitaban en iglús, vestían con las pieles de los mismos animales, la grasa la utilizaban para cocinar y calentarse.

Hacia el sur, en las praderas de lo que actualmente es  Estados Unidos encontramos entre otros, numerosos grupos como los comanches cuya principal fuente de subsistencia era la caza de bisontes.  ”La carne de esos los animales les proporcionaba alimento y la piel les servía para fabricar vestidos, zapatos y tiendas.  Sus armas, el arco y la flecha, la lanza y el hacha, tenían punta de piedra y sus instrumentos eran también de ese material.  Hasta la llegada de los europeos, la caza era practicada a pié, con la ayuda de perros, y constituía una actividad colectiva.  Estaba estrictamente prohibido cazar bisontes individualmente (pag. 185-186).

En la  parte  sur del continente (Brasil, Argentina)  habitaban pueblos con un incipiente desarrollo, para alimentarse recolectaban plantas, raíces o moluscos de acuerdo al medio que habitaban.  Mientras, en lo que hoy conocemos como la región de las pampas encontramos  numerosos grupos que vivían de la caza del guanaco.  Su principal instrumento de trabajo eran las boleadoras.

Podemos observar entonces que, a pesar de la diversidad que el medio ambiente produce, todos ellos son  pueblos con semejante nivel de desarrollo;  dedicados a la caza o recolección, donde no existe la propiedad privada, y las relaciones entre sus integrantes son igualitarias.

Etapa de sociedades agrícolas igualitarias. En esta etapa la agricultura va a provocar un cambio cualitativo en el proceso de desarrollo que va a traer cambios en el seno de esas sociedades.  El hombre poco a poco dependerá más de la agricultura; surgen nuevos instrumentos y hay un arraigo mayor  en la tierra que trae como consecuencia un sedentarismo con el surgimiento de las primeras aldeas.  El agua y la tierra se deifican cobrando una importancia esencial dentro de la sociedad. Las relaciones sociales de producción son igualitarias pero con características diferentes a las de la etapa anterior y no hay un estamento que aproveche para sí el trabajo de la mayoría del grupo

Esta etapa puede ser representada por los indios pueblo.  Para Semo (1981) ya en el siglo VII practicaban la agricultura de riego, cultivaban el maíz, frijol, calabaza, algodón.  Sus viviendas se encontraban sobrepuesta de manera que el techo de una servía de piso a la superior, este tipo de construcción en bloque les permitía defenderse de los ataques del exterior.

Etapa de sociedades agrícolas militaristas estatales. Caracterizamos estas sociedades como dependientes fundamentalmente de la agricultura y de la guerra,  con la presencia de nuevas tecnologías agrícolas y un incremento comercial importante.  Se crean aparatos coercitivos o ideológicos que tendrán un papel básico dentro de las sociedades y en relación con otras.

                Surge el Estado que las controla,  y las relaciones entre los miembros de la sociedad y en relación con otras sociedades se establecen con base en la explotación y aprovechamiento de la mano de obra y la producción ajena, de ahí el carácter clasista y estratificado de las mismas.  El sistema tributario será indispensable para el sostenimiento de los distintos estados que tienen su sede en centros urbanos, tributo que se logra principalmente a través de la guerra vista como parte de la economía de estas sociedades.

Esta etapa sólo se  da en ciertas partes del continente, en la superárea  andina con  características que le son propias y en Mesoamérica.  Así vemos que hay un cambio fundamental dentro del proceso que podríamos caracterizar como el cambio de las sociedades aldeanas no clasistas por sociedades con clases o estamentos, en donde el estamento superior va a tener el control general, creándose  relaciones de explotación entre el Estado y las comunidades, en donde el primero se apoya en una serie da aparatos ideológicos y represivos que le dan cohesión.

(Matos, 1994) asienta que a partir el cambio cualitativo que conforma Mesoamérica estamos ante un nuevo modo de producción que estará presente hasta el momento de la conquista española.  Desde los olmecas hasta los mexicas o aztecas en el proceso de desarrollo de estas sociedades no se presentó ningún cambio fundamental que pueda sugerir algún nuevo modo de producción.

En cuanto a los límites mesomericanos  las fluctuaciones de frontera fueron importantes.  En  los inicios de la sociedad olmeca cubriría parte de la Costa del Golfo y de los estados de Guerrero y Morelos, además del centro de México y parte de Oaxaca y Chiapas.  Posteriormente aparecen los grandes centros de Teotihuacan y Cholula en el centro del país,  ciudades como Palenque y Yaxchilán en la zona maya, y los grandes centros urbanos como Monte Albán, Tajín, etcétera.  No es sino hasta 500-600d.c. en que  Mesoamérica adquiere una configuración cercana a la que encuentran los españoles a su llegada a Veracruz constituida por la costa del golfo, el altiplano central, región oaxaqueña, región Maya y occidente de México.



2 Texto elaborado para esta guía por: Academia de Historia de México.

LECTURA 3: Fichas sobre los orígenes  del hombre americano



a.  El origen autóctono 3

La posición del monogenismo considera que el hombre no surgió, como se cree corrientemente, en el Viejo Mundo, sino precisamente en América, pasando de éste a los restantes continentes en épocas y a través de rutas que vuelven a plantearnos los mismos problemas y posibles hipótesis. Esta fue la idea que plantearon los propios pueblos indígenas, como los toltecas o los mayas, quienes se decían descendientes de los dioses. También fue muy apoyada por algunos europeos que venían completas diferencias con las poblaciones de África, Asia y Europa, por ello se inclinaban a pensar que eran autóctonos. Es el caso del abad Brasseur de Bourbourg quien defendió en Francia, en los años 1860, la tesis de que la cuna de la cultura universal se encontraba en tierras mayas, y que eran los primeros hombres. En fin, esas ideas cobraron forma de teoría a partir de 1906, cuando el paleógrafo italo-argentino, Florentino Ameghino, publicó en los Anales del Museo Nacional de Buenos Aires, una serie de dibujos de fósiles que había encontrado en las pampas argentinas y que eran la prueba, según él irrefutable, de la existencia del Homunculus patagonicus, Anthropos perfectus. Un tipo de hombre que sería el padre de toda la humanidad, ya que su edad era más antigua que los restos humanos encontrados en Africa y Europa. Decía Ameghino que el primer hombre apareció en América del sur y que había evolucionado en ese lugar, procreando toda una línea de homínides que se habría dispersado en todo el mundo a principios del Pleistoceno, hace 600 000 años.  Las pruebas no fueron refutadas por los especialistas de la época, tanto en Europa como en Estados Unidos, pero la idea de que el hombre sólo puedo aparecer en un solo lugar y en un solo momento, y que precisamente fue en las pampas argentinas resultaba suspecta. Sin embargo, esa tesis la sostuvo mediante múltiples pruebas a partir de excavaciones arqueológicas que venía realizando desde 1880. Junto con su teoría, de principios de siglo, publicó un árbol genealógico de la especie humana apoyado en diversos fósiles óseos; un atlas y un fémur encontrado en Monte Hermoso, un fragmento de casco de cráneo, encontrado en el puerto de Buenos Aires y otro cráneo encontrado en un río... Ese era, según él, el primer hombre del que se desprendieron todos los demás... hasta el hombre de Java, descubierto en 1892, era descendiente del pampero.



b.El origen único: Ales Hrdlicka

A partir de Humboltd, la teoría de origen quedó bien fundamentada, produciéndose sin interrupción descubrimientos y estudios que la reforzaron, y así llegamos a la época actual, en que nadie niega ya que, por lo menos, una parte importante de la población americana tiene afinidades con los asiáticos y llegó a América por el noroeste. Pero al mismo tiempo la teoría iba completándose con multitud de ideas anexas.

Entre ellas destaca: la unidad de la raza americana, que cuenta con rasgos y raíces asiáticas (mongoloide); el paso únicamente por el noroeste de América; la llegada en estado de atraso y el desarrollo autóctono de su civilización. Esta hipótesis del origen único no debe entenderse en el sentido de que la llegada se dio en un solo momento, de un núcleo de población mongoloide, del que derivara toda la población de América. Se acepta la idea que fueron varias oleadas y diversos grupos, pero todo con rasgos comunes.

El principio que esta en la base del sistema de esta teoría es el de que los americanos forman una raza única. Según Ales Hrdlicka, las primeras emigraciones a América no pueden ser anteriores al neolítico, o, a lo más, al paleolítico más moderno de Europa, es decir, a una fecha aproximada de unos quince mil años. El mismo Hrdlicka propuso otra fecha aún más moderada, la de diez mil años. Ambas fechas fueron muy aceptadas. Hay otra razón para suponer tardío el poblamiento de América, y es que Asia, por lo menos la parte nordeste, se pobló también en época ya avanzada.

En cuanto a las diferencias de tipos de la población americana, basado en la estructura craneana y ósea, Hrdlicka admite los cuatros siguientes:



1°.- Capa dolicocéfala, de la que se han derivado todos los dolicocéfalos americanos (algonquinos, iroqueses, siux, shoshones y pima-aztecas en América del norte, y representantes de la raza de Lagos Santa, que llegan hasta el extremo meridional de América del Sur).

2. Braquicéfalos del tipo tolteca, repartidos por todo el continente.

3. Braquicéfalos atapascos, los cuales ya no se hallan más que en Norte-América, como corresponde a su llegada más reciente, siendo sus representantes más meridionales los apaches del norte de México.

4. Los esquimales, tendrían también el mismo tipo racial.



c. El origen múltiple: Paul Rivet

A Rivet se deben principalmente los hallazgos de semejanzas lingüísticas que une a semejanzas antropológicas y etnográficas que otros estudiosos habían señalado. Después de bastantes años de investigaciones comparativas, Rivet reconoció una mayor extensión de la raza de Lagoa Santa y probó su parecido con las poblaciones hipsistenocéfalas de Melanesia y Australia.

Según Rivet, los rasgos negroides se absorben por su cruzamiento, y esto explicaría la asimilación del factor negro con el contacto entre melanesios e indígenas americanos. Para las culturas peruanas, se atreve a sugerir que la inmigración melanesia en América tendría lugar hace unos cuatro mil años, y que el lugar de llegada sería la casta de Colombia, donde hay numerosos elementos culturales melanesios y donde la estatuaria de San Agustín muestra rasgos negroides.

También aportó pruebas etnográficas, como hallazgos de objetos de carácter polinesio o melanesio en América. Así como la similitud de elementos que comparten las civilizaciones malaya, melanesia o polinesia, con los americanos. Entre ellos encontró la confección y uso de cerbatana, propulsor, maza anular y estrellada, arco para bolas, honda, lazo, azuela de mango acodado, palo balancín para transporte de fardos, puente de lianas, remo con travesaño, bote con haces de junco, piragua doble, decoración de ojos en la proa, casas sobre los postes y en los árboles, morteros, taburetes, hamaca, cepillo para el cabello mosquitero, uso de la corteza para el vestido y maza para prepararla, procedimiento textil, teñido ikatten y planghi, estuche para el peine, ornamento de la nariz, placa pectoral, decoloración artificial de las plumas en los pájaros vivos, cuerno de concha, tambor de madera, arco musical, base para ritmo, flauta de pan, tablilla con cavidades para el juego, zancos, volador, juego tika, preparación de las bebidas alcohólicas por masticación de tubérculos o granos, uso de la cal para masticar determinadas substancias, cultivo en terrazas por irrigación, pesca con veneno, uso de las conchas como ofrenda y como moneda, danza con máscaras, potlach, saludo con lágrimas, mitos diversos, deformación del tobillo por medio de ligaduras, incrustaciones en los dientes, ennegrecimiento de los mismos, tatuaje y motivos decorativos correspondientes, amputación de las falanges en señal de duelo, trepanación la sangría por medio del arco.

Rivet proporcionó además pruebas lingüísticas y filológicas que muestran similitudes entre palabras y formulación de frases de las culturas melanesias y polinesias con las lenguas del llamado grupo hoka de América. Este grupo está formado por una serie de lenguas que se practican a lo largo de la costa del Pacífico, que corren desde la shasta del Oregon a la chontal del istmo de Tehuantepec, llegando hasta Nicaragua, si se acepta la reunión a dicho grupo de la lengua subtiaba, e incluso hasta Colombia con la lengua yurumangui. Comparando este vasto grupo con las leguas malayo-polinésicas, el sabio francés encontró hasta doscientas ochenta y una concordancia de raíces con escasa alteración de vocablos. Además, la morfología y la gramática muestran también curiosas coincidencias. Hay que advertir que el grupo malayo polinesio de Rivet comprende los pueblos indonesios, melanesios y polinesios.

No descartó Rivet los elementos australoides en América. También arrancan de antiguo los primeros indicios de la presencia de tipos emparentados con los australianos en las comarcas meridionales de América. Topinard calificó de neandertaloides (sinónimo de australoides ) los cráneos patagones que público Moreno, y después otros autores pudieron confirmar el carácter platidolicocéfalo de cráneos de fueguinos y otros indios de Sudamérica: Verneau , Hultkrants, V. Leb zelter. El etnólogo francés incluyó estas teorías al conjunto.

                En fin, esgrimió razones etnográficas aportadas por la escuela histórico-cultural, quien las relaciones etnográficas entre algunas poblaciones de Sudamérica (los fueguinos concretamente) y los australianos. Ambos pueblos ignoran la cerámica y la hamaca, y usan mantas de piel, viven en habitaciones en forma de colmena, conocen el trenzado en espiral, los botes de corteza cosida y la obtención del fuego por barrena, practican la monogamia y la exogamia. Según Marcel Mauss, tienen en común algunas ceremonias religiosas y confeccionan armas parecidas al bumerang, sobre todo algunos pueblos sudamericanos.

La lista de oleadas de población que admite provisionalmente Rivet se une a los elementos descritos:

1. El australiano

2. El del lenguaje malayo-polinesio

3. El Asiático y
            4. El esquimal



3Tomado de Danièle Lavallée, Promesse d’Amérique, Paris, Hachette, 1995, pp.42-45.

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