lunes, 30 de enero de 2012

LECTURA No.15 TERCER AÑO

Sistema de Partidos.

Objetivo de aprendizaje: Explica e interpreta el concepto de sistema de partidos y compáralo con el caso mexicano.

¿El sistema de partidos en México es lo suficientemente atractivo políticamente para que los ciudadanos se incorporen o participen en este?

Metodología de aprendizaje:

1.-En tu libreta escribe un concepto de sistema de partidos, para que te formes un criterio sobre la política que juegan estos ante la sociedad.

2.-En equipo escriban las principales características del sistema de partidos en México y has una comparación en tu entorno.



El Sistema de Partidos es parte del sistema político de una nación donde los actores principales son el partido o partidos políticos, quienes utilizando recursos jurídicos y políticos, disputan y compiten por la obtención, ejercicio, mantenimiento y oposición al poder político.

El sistema de partidos lo constituye el conjunto de partidos que existe en un Estado nacional. Las clasificaciones son diversas y responden a posiciones diferentes en relación al elemento que se privilegie.

La democracia política, que actualmente se valora como el régimen al que se atribuye mayor legitimidad en el mundo, no se puede entender cabalmente sin la existencia plural de partidos. Porque es en la competencia entre partidos que puede escenificarse la lucha por el poder con parámetros definidos, proyectos alternativos, reglas para la postulación de candidato, para la contienda electoral y para el ejercicio del poder. Sin embargo, varios autores consideran que en el presente siglo asistimos a una redefinición de los partidos políticos, porque ya no cumplen con las funciones clásicas que se les atribuían en la elaboración de proyectos para la sociedad, la movilización social y la agregación de demandas sociales; en cambio cada vez más se transforman en factores de gobernabilidad en la medida que la democracia como sistema político se institucionaliza. En este contexto los partidos aparecen como organizaciones para el control social y la canalización de demandas sociales, antes que para impulsar cambios en la sociedad y representar intereses de grandes sectores, porque el papel de la oposición de izquierda queda reducido al ámbito parlamentario, o al ejercicio del poder ejecutivo, donde finalmente prevalecerá la negociación entre intereses contradictorios de las élite, al margen de la expresión de los conflictos sociales. Así es como los partidos pierden significación como organizaciones de la lucha social o bien como instrumentos de elaboración y difusión de ideas, valores y proyectos de la sociedad.

En la actualidad, no sólo los partidos, sino que la democracia política ha perdido significado para la sociedad, a pesar de que prevalezcan las instituciones formales de la democracia política. Ello se debe a que la globalización ha provocado, por un lado, la destrucción de las identidades colectivas, aquellas que fueron los actores políticos protagónicos del siglo pasado: las clases sociales, así como los nuevos actores, como los movimientos ambientalistas, los movimientos étnicos, o de la equidad de género. Por otro lado está el hecho desbastador para las instituciones políticas nacionales de que las decisiones importantes para el futuro de los países y de su población, cada vez depende más del ámbito de los intereses financieros internacionales.

Por ello en el presente siglo es necesario reconsiderar la naturaleza de los partidos y en particular los partidos de izquierda, porque estos tienen como objetivo colectivo cambiar el sistema político y económico. En general la izquierda pretende lograr la igualdad, la justicia y la libertad para la mayor parte de la población y para eso persiguen la conquista del poder. El problema está en que frecuentemente los objetivos se posponen una y otra vez, mientras que la búsqueda del éxito electoral y el acceso al  poder inmediato se convierten en el objetivo real. Y el éxito electoral depende de las condiciones de la competencia y de las reglas del sistema electoral.

Las nuevas formas de estrategia de participación política de los ciudadanos ponen atención a la comunicación masiva y los partidos diseñan sus estrategias sobre la base de estudios continuos de la opinión pública, que los lleva a estar en campañas permanentes para conquistar el favor del electorado.

“Se trata de una videopolítica que ha cambiado el escenario del ejercicio de la política del ámbito puramente público a uno nuevo donde las distinciones entre público y privado se vuelven borrosas. Apela a nuevas formas donde el papel de las organizaciones clásicas de agregación de interés ciudadanos, los partidos políticos se ven devaluados, así como las instituciones representativas clásicas"



Para entender lo que los partidos políticos son, hay que tomar en cuenta las desigualdades que surgen al interior de los partidos, entre dirigente de diverso nivel y bases sociales, como consecuencia de toda acción organizada. Esa separación genera incongruencias entre los postulados del partido y las prácticas de los dirigentes y los militantes, por ello las desigualdades en el sistema de partidos (diferencias de poder, dinero y oportunidades entre dirigentes y militantes)



Si consideramos que entre otras muchas cosas, los problemas de los partidos que presentan de manera individual o ya sea que se trate del sistema de partidos en general, son atribuibles a su diseño institucional o a la mala conducción de sus dirigentes (órganos electorales, direcciones, consejos estatales, comisiones de garantías y vigilancia) entonces se puede pensar en que se pueden corregir con un cambio en los estatutos o con una reforma electoral o con ambos.

En esta perspectiva debe revisarse el concepto de institucionalización del sistema de partidos, sobre todo poniendo énfasis en la consolidación de las instituciones y en la gobernabilidad, porque ya no responden a los intereses sociales, ya no convocan a los ciudadanos y la población tiene mala opinión de ellos.



Democracia Representativa.

Objetivo de aprendizaje: Explica e interpreta el concepto de democracia representativa en el contexto

nacional mexicano.

¿Los partidos políticos en México, representan la democracia ante el electorado?



Metodología de aprendizaje:

1.-En tu libreta escribe un concepto de democracia y relaciónala con lo que sucede en la política actual.

2.-En equipo escriban las principales características de la democracia en México y compáralas con las

locales



El proceso de centralización del capital y concentración de la producción, que se gestó en el periodo del General Lázaro Cárdenas, correspondió a un proceso paralelo de centralización y concentración del poder político.

En efecto, a lo largo de esos primeros años del capitalismo moderno en México, el Estado perfila sus principales rasgos políticos. El presidencialismo será su distinción más acentuada y el nacionalismo uno de los principales recursos del discurso gubernamental, donde a nombre de la Revolución y sus intereses se reprimirá a la disidencia de cualquier signo o se construirán instituciones como el Seguro Social, concebido solidario entre las distintas generaciones de trabajadores.

Asimismo, una vez consolidada la hegemonía de la fracción triunfante de la Revolución, el Estado volvió a convertirse en el promotor de la modernidad, ahora revolucionaria, para lo cual lo fue todo, definió la nacionalidad y el concepto de soberanía; diseño el civismo de los mexicanos; generalizó los símbolos patrios según su propia visión de los hechos históricos; sometió, modeló y neutralizó la voluntad ciudadana; creó y fortaleció de forma permanente al partido del Estado; se arrogó la facultad de decidir

sobre la existencia de los partidos políticos mediante el sencillo expediente de otorgarles, negarles o cancelarles de manera discrecional su registro, según fuera el caso y el interés político; convirtió a la reforma agraria en un asunto de exclusiva competencia de la burocracia gubernamental, excluyendo a los campesinos del proceso; sometió de manera corporativa a la sociedad en general y al movimiento obrero en particular; y en materia laboral, los aparatos gubernamentales deciden sobre la existencia o inexistencia de los sindicatos, lo mismo que acerca de la legalidad o ilegalidad de las huelgas más allá de la voluntad de sus protagonistas.

En materia electoral, el gobierno también expropió las elecciones y el quehacer político de los ciudadanos y, como diría José Woldenberg (1990:9): “Durante décadas, las elecciones en México fueron un ritual cabalmente cumplido, pero donde no se dirimía quienes debían gobernar”. Y como parte de ese ritual, los votos no se contaban sino se asignaban en determinadas proporciones para recompensar lealtades o simular una democracia que estaba lejos de existir.

Pero también la conformación del aparato gubernamental emanado de la Revolución, en un momento u otro de su historia lo integraron abarroteros; financieros; hoteleros; restauranteros; editores de libros, revistas y periódicos; propietarios de estaciones radiofónicas, televisoras o líneas aéreas; e incluso, su política económica definió a los beneficiarios y marginados del propio sistema. En general, dentro del periodo analizado pero particularmente a partir de la institucionalización de la Revolución en 1940, los diferentes gobiernos usaron, sin pudor ni remordimiento alguno, la represión violenta, selectiva o masiva, en distintos momentos de la vida nacional. Todo esto perfiló un régimen presidencialista con funciones asignadas al Ejecutivo en la Constitución Política, pero con otras metaconstitucionales, que le daban al presidente un poder excesivo, como el de designar a su sucesor, autoritario, patrimonialista, y

formalmente democrático; represor y conciliador; preocupado en el discurso, por la democracia, el bienestar de la población y excluyente de grandes núcleos de población (como los pueblos indios); paternalista y opresor, pero capaz de negociar algunos cambios democráticos para seguir gobernando.



La Nueva Democracia Electoral.

Objetivo de aprendizaje: Describe e interpreta las características de la nueva democracia electoral a partir de la década de los años ochenta en el contexto nacional mexicano.

¿La mayor parte de los ciudadanos y ciudadanas en México son beneficiarios de la apertura democrática?

Metodología de aprendizaje:

1.-En tu libreta escribe y comenta los fenómenos que te parezcan más relevantes y que caractericen a la actual democracia en México

2.-En equipo escriban las principales características de la apertura democrática actual en México y hagan sus comentarios.



Es claro que el mundo se encuentra ante un momento histórico caracterizado por grandes transformaciones en distintos aspectos y sectores. Los cambios se observan en el ámbito cultural, económico, social, internacional y político, y están presentes tanto en los países más desarrollados, como los tendientes al desarrollo.

El Estado como actor social, político y económico en el concierto de las naciones no puede sustraerse a las transformaciones que el sistema capitalista le dicta y que son necesarias para su funcionamiento y retroalimentación.

En México en los años setentas existía ya un claro desajuste del régimen; una enorme variedad de conflictos en casi todos los ámbitos de la vida social y política que pusieron al descubierto el enorme abismo que se abría entre la vida social, política y legal.

Por ello, en 1977 un año de profundas reformas para México, se vivió una etapa de transición, que desde 1968 se venía gestando como un proceso de maduración política, de manera que las condiciones prevalecientes se encargaron de revestir el proceso legal y político que la Revolución y la posrevolución habían forjado y cultivado. En ese contexto la realidad y la lucha política iban por un lado y la vida electoral iba por otro, convirtiéndose esta última en un mero ritual que no recogía lo que estaba pasando en la sociedad, al grado de convertirse institución incapaz de encausar y representar la realidad

del país

Años después los estadounidenses se van a ufanar de sus encuestas de salida, con las que 24 horas antes sabían quién sería el presidente de aquel país. Los mexicanos ya desde (sexenios anteriores) sabíamos con un año de anticipación quién sería el presidente de México. Lo que quiere decir que el sistema político se volvió predecible y la cuestión electoral era parte de una actuación necesaria para conservar la imagen de la democracia.

De la certidumbre se pasó a la preocupación, el sistema político se vio en la necesidad de recuperar la credibilidad y empezó a actuar en ese sentido.

Sin embargo en el sexenio de Luis Echeverría Álvarez (1970-1976) se instrumentó una política de “apertura democrática” la cual no encontró los causes para llevarla a cabo y se puede señalar que fue detenida por las secuelas de 1968 y por los acontecimientos que surgieron a mediados de 1971, así también en la aparición de la guerrilla urbana y rural subsiguiente, las cuales a pesar del nuevo discurso de apertura del régimen fueron enfrentadas nuevamente por la fuerza y la ilegalidad. Este sexenio terminó no sólo con una crisis económica, sino que fue la época de mayor reclamo democrático, en el cual también se hicieron escuchar las élites empresariales.

Ante este panorama, el presidente José López Portillo desde el inicio de su sexenio se vio obligado a aceptar que los reclamos y las fuerzas políticas de oposición habían crecido, lo que lo obligó a otorgar libertades para la apertura democrática así también modificar las instituciones y órganos del Estado para que las fuerzas políticas y sociales encontraran representación.

Fue así, que el encargado de elaborar el esquema general de la apertura democrática fue Jesús Reyes Heroles, en aquel entonces Secretario de Gobernación, quien propuso que el Estado ampliará las posibilidades de representación política, de manera que pudiera captar en los órganos de representación nacional al complicado mosaico ideológico nacional, integrado por una corriente mayoritaria y pequeñas corrientes que diferían, en mucho, de la mayoría pero formaban parte de la nación.

De esta manera el presidente facultó a Jesús Reyes Heroles a que en calidad de jefe de Comisión Federal Electoral (CFE) convocara a una serie de audiencias públicas con los partidos políticos (PRI, PAN, PPS, PARM, PCM, PST, PDM, y PMT) instituciones, academias y ciudadanos, entre otros, para presentar su propuesta en torno a la reforma política.



Una vez terminadas las audiencias se formó un grupo de trabajo de la CFE, que se encargó de desarrollar una relatoría y sacar conclusiones, sin embargo, la duda de que esos cambios no fueran más que una manera de prolongar la forma autoritaria de gobierno siguió presente, aunado a esto, no se habían desarrollado fórmulas para evitar el fraude electoral y el órgano básico de control seguía en manos del gobierno.

Reyes Heroles, propuso de manera enfática que para tener una democracia real no se podía prescindir de una democracia formal, y dejó la principal tarea de transformación en manos de los partidos políticos. Asimismo, aun cuando las discusiones eran ya parte de la apertura democrática, con ellas se inició un nuevo proceso de litigio político, donde estuvo el clave para la construcción del sistema de partidos actual y las leyes y las instituciones que lo han acompañado.

Estas modificaciones legales y estructurales en el rumbo económico, no sólo obedecían a satisfacer las exigencias del neoliberalismo impulsado por los países desarrollados, sino que también correspondían con los objetivos de poderosos grupos internos que a la larga salieron claramente beneficiados con dicha modificación.

Luis Rubio, dice al respecto que “la decisión de transformar la estructura económica –que resultó de consideraciones políticas- no constituía un mero cambio de estrategia que mantuviera intacta, en esencia, la estructura de intereses económicos y políticos. El cálculo gubernamental implicaba, de hecho, la modificación de las estructuras políticas, sindicales y empresariales del país, cuyo interés muy específico era mantener el statu quo”. (Rubio, 1991:50)

En este sentido la liberalización económica trajo consigo (o, mejor dicho, produjo) la transformación política del país, que se cristalizó en las reformas efectuadas por los gobiernos de Miguel de la Madrid H., Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo y que continúa con el gobierno de Vicente Fox Y Felipe Calderón.

Los partidos políticos convertidos en membretes: La percepción de los mexicanos hacia los partidos políticos y sus militantes es negativa porque al llegar al poder establecen gobiernos oligárquicos basados en el nepotismo y la plutocracia, que sustituyen a la democracia.

Previo a cualquier proceso electoral, federal o local, al interior de las instituciones políticas surgen nuevos grupos, tribus o corrientes que intentan derrocar a sus adversarios para apoderarse de los cargos de mayor importancia y más lucrativos e impulsar al líder de la cofradía con más aceptación popular.

La repartición de puestos en la alta burocracia sirve para pagar los favores y apoyos recibidos durante la campaña del gobernante. La meritocracia es inexistente en las administraciones públicas.

Los candidatos panistas, perredistas, o de cualquier otro partido, ganan votos con frases tan gastadas como la de “acabar con el viejo sistema priísta”, que también sirvió en su momento a los candidatos panistas para echar al PRI de los Pinos. Pero los discursos de los aspirantes a un cargo de elección popular sólo consiguen enconar aún más al país.

Resulta común observar que la mayoría de los gobernantes, funcionarios públicos y secretarios de Estado se hayan formado en el tricolor. Inclusive, importantes candidatos a la presidencia abandonaron el PRI, como son los casos de Cuauhtémoc Cárdenas y Andrés Manuel López Obrador.

Para que la gente se fastidiara del régimen, los vicios y las estrategias priistas, hubieron de transcurrir 70 años. De los gobiernos del PAN y del PRD el pueblo se cansó en menos de una década.

Cada partido está plenamente identificado entre los electores. Acción Nacional es visto como despilfarrador en el gasto corriente y ahorrativo en los programas sociales; al Revolucionario Institucional (PRI), lo acusan de “transa”; al de la Revolución Democrática, le piden renunciar al 50% de los ingresos que anualmente le destina el IFE; al “niño” del Verde Ecologista, ponerse a trabajar dignamente; a Nueva Alianza, rechazar los millones que aporta la maestra Elba Esther; y así todos tienen “cola que les pisen”.

El afianzamiento del poder por los partidos.

Con la intención de revitalizar el sistema de partidos, en 1977 el entonces presidente José López Portillo promovió una reforma electoral, ideada por Jesús Reyes Heroles, que pretendía sacar de las sombras y dar legalidad a las ideologías de los diversos grupos sociales y de guerrilleros que operaban en el país. Cuando se legalizó la fundación de los órganos políticos, opositores al oficialista, diversos grupos sociales encontraron la posibilidad de difundir su ideología y cambiar al país desde el poder, lo cual se concretó hasta el 2 de julio de 2000.

Poco a poco la ambición suplanto a la lucha en las calles. Empresarios, clero, y sindicatos utilizan el membrete de algún partido político para recibir cada año las enormes sumas que el IFE les destina. En cambio, se niega el registro a instituciones u organizaciones civiles con trabajo comprobado a favor del pueblo.

En el 2009 habrán de realizarse las primeras elecciones intermedias con el nuevo Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales (COFIPE). Los tres grandes partidos se enfrentan a nuevas reglas, algunas no tan democráticas como pretendieron los legisladores.

Además, al interior de los siete órganos políticos con registro, se formaron innumerables corrientes (todas con intenciones “renovadoras” según sus fundadores). Por ello los analistas consideran que en el país gobiernan más “ideologías” que acciones concretas.

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